La acústica arquitectónica es una rama de la acústica aplicada a la arquitectura, que estudia el control acústico en locales y edificios, bien sea para lograr un adecuado aislamiento acústico entre diferentes recintos, o para mejorar el acondicionamiento acústico
en el interior de locales. La acústica arquitectónica estudia el
control del sonido en lugares abiertos (al aire libre) o en espacios
cerrados.
La acústica arquitectónica en la Antigüedad
Los escritos más antiguos que se conocen sobre acústica arquitectónica datan del siglo I a. C., más concretamente, el año 25 a. C. y se deben a Marco Vitrubio Polio, ingeniero militar de Julio César. En estos escritos describen varios diseños para la acústica de los antiguos teatros romanos. Por ejemplo, se utilizaban vasijas de bronce afinadas que actuaban como resonadores, bajos o agudos. Aunque la vasijas servían para redirigir el sonido en una dirección diferente a la inicial, no lo reforzaban.
En las iglesias cristianas, de bóvedas altas, con muchos problemas acústicos, sobre el púlpito se colocaba un tornavoz,
especie de marquesina, que evitaba que el sonido de la voz del
predicador se perdiese por las bóvedas. Se consiguieron resultados muy
notables.
Hasta el siglo XIX,
el diseño acústico era puramente práctico y consistía, principalmente,
en imitar disposiciones de salas existentes en las que la música sonaba
bien. Además, había a veces, prácticas casi supersticiosas, tales como
colocar alambres (que no tenían ninguna función) en los lugares altos de
una iglesia o auditorio.
Wallace Clement Sabine
La acústica arquitectónica moderna, nació a finales del siglo XIX gracias al físico americano Wallace Clement Sabine.
En 1895, cuando se inauguró el Museo de Arte Fogg, los miembros del consejo de la Universidad de Harvard,
al comprobar que la acústica del recinto era pésima y que el discurso
de los oradores eran ininteligible, pidieron a Sabine que resolviera el
problema.
Sabine llegó a la conclusión, que el problema residía en la excesiva reverberación de la sala. Para reducirla, cubrió las paredes con fieltro que es un absorbente acústico. Aunque no fue una solución ideal, la acústica mejoró y pudo utilizarse la sala.
Tras este logro, Sabine fue llamado para asesorar la construcción del nuevo Boston Symphony Hall. En el desarrollo de este proyecto, durante sus investigaciones, estableció una fórmula de cálculo del tiempo de reverberación que aplicó al recinto.
Cuando llegó el momento de la inauguración en 1900,
Sabine se llevó una gran decepción, ya que el tiempo de reverberación
de la sala no se ajustaba al que el había predicho teóricamente. Fue muy
criticado por los medios de comunicación y por otros expertos en la
materia.
Tras este fracaso Sabine abandonó sus investigaciones y volvió al
mundo universitario, dedicándose a la enseñanza hasta su muerte en 1919.
Sin embargo, la historia colocó a Sabine en el lugar que merecía. En 1950,
cincuenta años después de la construcción del teatro, se realizaron
algunas pruebas y se pudo contrastar que los cálculos de Sabine eran
correctos. De hecho, hoy en día (2005), el Boston Symphony Hall está
considerado, desde el punto de vista acústico, como una de las mejores
salas del mundo
Después de Sabine
Muchos autores intentaron mejorar la ecuación del tiempo de reverberación
para una sala y, aunque hay otras formulaciones que cuentan con
aceptación, como la de Eyring y Milligton, sin resultados mejores a los
de Sabine; por lo que la fórmula de Sabine sigue en uso.
En los laboratorios Bell, E. N. Gilbert demostró que gracias a la
utilización de una ecuación integral, se podía obtener un resultado por
un procedimiento iterativo. Se han obtenido buenos resultados para
ciertas aplicaciones.
A partir de 1968, se han desarrollado métodos informáticos de trazado de rayos sonoros con la idea de seguir todas las reflexiones que se producen y de esta forma calcular el tiempo de reverberación.
Tampoco estas técnicas recientes han dado resultados mucho mejores
que las de Sabine. La fórmula de Sabine sólo ha sido mejorada al
introducir un factor de absorción (x) del aire para una determinada
temperatura y humedad. Factor que tiene gran importancia si se trata de
grandes recintos.
Aunque Sabine es el padre de la acústica arquitectónico, se ha de
tener en cuenta que la fórmula de Sabine ni es la única, ni tampoco es
absolutamente fiable. Sólo se trata de una de las fórmulas más
utilizadas.
Acústica en espacios abiertos
En los espacios abiertos el fenómeno preponderante es la difusión del sonido. Las ondas sonoras son ondas tridimensionales, es decir, se propagan en tres dimensiones y sus frentes de ondas
son esferas radiales que salen de la fuente de perturbación en todas
las direcciones. La acústica habrá de tener esto en cuenta, para
intentar mejorar el acondicionamiento de los enclaves de los escenarios
para aprovechar al máximo sus posibilidades y mirar como redirigir el
sonido, focalizándolo en el lugar donde se ubique a los espectadores.
Los griegos construyeron sus teatros, donde las obras dramáticas
y las actuaciones musicales, en espacios al aire libre (espacios
abiertos) y aprovecharon las propias gradas en donde se ubicaban los
espectadores (gradas escalonadas con paredes verticales) como reflectores, logrando así que el sonido reflejado reforzase el directo, de modo que llegaban a cuadruplicar la sonoridad
del espacio que quedaba protegido por las gradas. El tamaño de los
teatros griegos, alguno de los cuales, gracias a sus propiedades
acústicas, llegó a tener capacidad para 15.000 espectadores, no ha sido
igualado.
Los romanos utilizaron una técnica parecida, no obstante, la pared de
las gradas no era plana, sino curva, lo que permitía que se perdiese
menor cantidad de sonido y lo focalizaban mejor hacia un mismo punto
(Planteamiento similar al del reflector parabólico).
Sin embargo los más grandes entre los romanos solamente tenían
capacidad para unos 5.000 espectadores. La pérdida de las condiciones se
debió en gran parte a que la orchestra, que el teatro griego servía
para reflejar el sonido, en Roma fue el lugar que ocupaban los senadores
y otros cargos, con lo que empeoraron las condiciones.
Actualmente (2005), se aprovechan los conocimientos que la cultura
clásica nos ha legado y los recintos abiertos, se construyen con paredes
curvas abombadas en forma de concha o caparazón. Los materiales
utilizados tienen propiedades reflectoras para facilitar el
encaminamiento del sonido hacia donde se ubican los espectadores. El
problema es que la respuesta en frecuencia no es uniforme y los graves llegan con mayor dificultad hasta el auditorio que los agudos.
Acústica en espacios cerrados
En los espacios cerrados, el fenómeno preponderante que se ha de tener en cuenta es la reflexión. Al público le va a llegar tanto el sonido directo como el reflejado, que si van en diferentes fases pueden producir refuerzos y en caso extremos falta de sonido. A la hora de acondicionar un local, se ha de tener en cuenta, tanto que no entre el sonido del exterior (Aislamiento acústico).
Además, en el interior se ha de lograr la calidad óptima del
sonido, controlando la reverberación y el tiempo de reverberación, a
través de la colocación de materiales absorbentes y reflectores
acústicos.
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