Cuando hablamos de diseño de sonido, muchos piensan en el cine, pues de esto
le estaré departiendo en este articulo. Para aquellos que nunca han tenido la
oportunidad de ver como se edita una película o un audiovisual, le contare que
en la industria cinematográfica de EEUU, se llama Sound Designer al responsable
de la planificación y realización de ciertos sonidos específicos de una
película.
Walter
Murch, fue el primero en ser denominado con este título, por su trabajo en la
película “Apocalypse Now” de Francis Ford Coppola, en 1979. En este film fue el responsable del montaje y
el trabajo meticuloso aplicado a la creación de las bandas de sonido, hizo que
el director considerara que había aportado tanto al clima y la historia de la
película, que no podía ser llamado solo "sonidista".
Pero en la
actualidad han surgidos varias formas de que el sonido llegue al publico lo más
real posible y se sienta parte de la película. Es por eso después de ver un
video, donde explicaban cómo habían editado una película utilizando la
tecnología de sonido Dolby Atmos, no sólo defendería la afirmación que el
diseño sonoro es la acción de Programar, Proyectar, Coordinar, Concebir,
Seleccionar y Organizar una serie de armados sonoros en función de comunicar
una idea, hacer verosímil un espacio virtual y trasmitir determinadas
sensaciones al espectador de un producto audiovisual, sino que también sumaría
otra: la artesanía de sonido. Aunque haya que cumplir parámetros muy concretos
y exigentes para operar en esa categoría de sonido, lo cierto es que no todo se
puede medir ni cuantificar a la perfección cuando se trabaja con estos.
Por un
lado, está el factor humano: no todos sentimos igual lo que oímos y nuestro
cerebro no siempre percibe todo igual. Además, está el factor profesional, por
llamarlo de algún modo: editar y mezclar y diseñar el sonido es un proceso
arduo y para obtener un resultado de calidad tiene que recurrir a un personal
de mucha experiencia.
Lo
fundamental para consigue este difícil equilibrio de elementos. Lo primero es
tener los medios técnicos, como una sala de edición Digital que cuente con la
certificación Atmos Premier de Dolby. Se trata de un pequeño cine en miniatura
lleno de altavoces, con muros de hormigón que aislan del exterior a la
perfección, que no tiene reverberación a penas y que se refrigera con agua para
que no haya ruidos de ventilación. Todo esto con el objetivo de que el ruido de
fondo sea nulo y no se cuele nada a la hora de editar.
El
ambiente casi parece de santuario, con la diferencia de que no hay altar, sino
una gigantesca mesa de mezclas con un ordenador en medio desde donde se opera.
Es en este ordenador donde se lleva buen parte del ingenioso proceso de mezcla
de sonido. La tecnología de Dolby Atmos es muy particular, en tanto que
prescinde de los clásicos canales de sonido (5.1, 7.1 y así) para crear un
sonido en tres ejes: altura, longitud y profundidad.
Y en esos
ejes, el sonido se va colocando casi como si fuera un objeto en un espacio
tridimensional. Si en la pantalla del cine se ve cómo Iron Man pasa volando de
una esquina a la contraria, los efectos de sus propulsores y del viento e
incluso de la música que Tony Stark lleve puesta dentro de la armadura se
trasladarán dentro de los altavoces del cine, todo gracias a que alguien lo ha
editado así en un ordenador.
Para esto
no vale cualquier sala de cine, hace falta tener un número de altavoces
concreto (64 sería lo idóneo), unas medidas muy concretas entre pantalla, el
techo de la sala, los propios altavoces... Cuando se cumple con los requisitos,
el resultado es muy sofisticado.
Dolby
Atmos es una solución de extremo a extremo que tienen los diseñadores de sonido
a la hora de editar un audiovisual, para introducir mejoras radicales en la
experiencia de audio. La introducción de la plataforma Dolby Atmos en la
industria ofrece una atractiva experiencia al público.